viernes, 4 de octubre de 2013

¿DIY o cartonero?

El cumpleaños de P. iba a ser en el jardín de mi mamá. Pero está en obra y realmente no se puede. Una amiga por chat me insistía con una casita de fiestas, que a mí no me convence no sólo por el precio sino porque quería algo al aire libre, etc. Pero me recordó que por mi casa hay una que hace promo muy barata, que la he visto de afuera pero nunca había entrado. Y de afuera es linda, turquesa, con una jirafa con una flor en la boca. Como P. estaba medio insopor esta mañana, decidí sacarlo a pasear y ya que queda a solo 4 cuadras, decidí averiguar si me alquilan solo el lugar, sin comida ni animación.
En el timbre encontré un cartelito de la promo que anunciaba, además del precio, el contenido: animación, comida para los chicos, piñata, Pablo, ¿Pablo?, ¿qué será eso? Bueno, y otro cartel que decía que había que ir a buscar al dueño a su casa, a media cuadra. Eso hicimos y en la media cuadra que recorrimos con él, este sexagenario me contaba, fascinado, un documental que estaba viendo de buscadores de oro. Parece que mostraba a unos chicos de Estados Unidos que salían a buscar al mar. "Un trabajo difícil filtrar el agua pero tenían que volver con algo porque si no con lo que habían gastado en combustible...", me explicaba.
Al entrar vi 3 mesas redondas con manteles y sillas, y el señor empezó a refunfuñar porque alguien había olvidado las luces prendidas. Me llevó a la primera piecita, donde comen los nenes. No miré con mucho detalle porque estaba ocupada intentando explicarle que como es cumple de 1 no necesito animación. No me estaba yendo muy bien. El señor refutaba: "si son 5 chicos ya no te dejan comer".
Me mostró la segunda habitación, donde están los juegos para grandes -un jueguito electrónico de esos de casas de videojuegos y uno de embocar unas pelotas en agujeros de madera- y el inflable para chiquitos -un castillo que estaba desinflado-. Y seguía: "incluye comida para chicos, chizitos, palitos... ¿cuántos chicos serán? ¿10?". "Sí, más o menos", le dije resignada. Y pasó a mostrarme el baño de nenes, de nenas con cambiador, de adultos.
"Y ahí afuera está la parrilla por si querés hacer algo, aunque el que hace los patys se pierde la fiesta, y acá el horno por si querés calentar algo para los grandes. Acá mi mujer acomoda la comida y mi hija sirve en la mesas." Y como en una obra de teatro, entró la mujer desde la calle y él enseguida la retó por haber dejado las luces prendidas.
"Les damos sorpresitas para que se lleven, como estos molinillos, ves, está el de 7up, el de agua..." Tardé en entender a qué se refería. Los molinillos de viento estaban hechos por él con restos de botellas de plástico, verde de 7up, celeste de agua mineral. "Y éste, ¿ves?, lo hice con un papel que encontré, ¿viste qué lindo? Es papel de empapelar".
Por suerte no soy muy expresiva, asique mi cara sería cara de nada mientras él seguía: "Si querés podés traer 10 globos, igual como ves ahí tenemos, en general no se los llevan porque ¡les damos tantas cosas que no les alcanzan las manos! Los molinillos, collares... Para la piñata les damos estos conos, ¿ves?, que los hago con cartón así enrollado, entonces no se ensucian las manos juntando caramelos, y después bajás así el cartón, ¿ves?, y se cierra", decía mientras me mostraba una especie de cucurucho hecho con un cartón estampado vaya uno a saber de qué.
"¿Y ves esos juegos que están ahí? Los junté de la calle" decía señalando unas cocinitas y mesas de herramientas bastante manchadas y desteñidas. "Este año no aumentamos por la inundación. Y la verdad es que no fue bastante bien", me decía mientras yo pensaba si esas cocinitas y mesas de herramientas habrían sido recogidas de las calle el 3 o 4 de abril, luego de flotar durante horas en alguna pieza del barrio.
"Y esas flores eran del jardín". Señalaba unas flores de cartulina pegadas en las paredes. No pregunté, no había lugar, casi, para preguntas, porque el hombre no paraba de hablar. Supuse que se refería al jardín de infantes de enfrente. Quizás las había recogido de la basura del jardín después de algún festejo primaveral. "Las pegué así como estaban, nomás, pensé que se iban a caer y dije bueno, que duren lo que duren, y hace un año que están, no se cayó ni una", contaba orgulloso, para pasar luego a mostrarme un pizarrón para fibrones que hizo con una estructura metálica que encontró por ahí y una chapa vieja que giró y me mostró oxidada por detrás, pero pintada por él por delante. "Es el mismo color de la puerta de la calle, ¿te das cuenta?"
Ya está, ya me quería ir. Esto tenía que terminar cuanto antes y sin embargo este tipo me generaba una mezcla de admiración y pena, el lugar, su lugar, rechazo y admiración a la vez. Fui encarando para la puerta y la señora sacó el cuadernito de disponibilidad. Fuimos al fin de semana en cuestión, donde tenía para completar 3 franjas horarias: 13 a 16, 17 a 20 y 21 a 24. ¡¿Quién festeja un cumpleaños infantil de 21 a 24?! pensé mientras la señora me decía "de 17 a 20 tenés la opciones de traer pastafrolas y mate. O bueno, algunos traen sandwichs y vittel tone igual", poniendo cara de asco.
"Bueno, lo charlo con mi marido y cualquier cosa le aviso", dije riendo para adentro y odiándome también un poco, sabiendo que en términos estrictos ni marido tengo y que es la respuesta elegante que saco a relucir cuando ya decidí no contratar un servicio pero no quiero herir susceptibilidades. Ya estaba, entonces, por lograr mi cometido de salir de ese lugar cuando el señor buscó un molinillo para regalarle a P. "Le doy de papel porque con los de plástico se puede lastimar", dijo mientras le entregaba uno de los de papel de revista.
Llegué a casa con el papelito de la promo donde la señora me había anotado los horarios disponibles para ese fin de semana. Antes de tirarlo, encontré la explicación a una pregunta previa. "Opcional 'Pablo de los Backyardigans'". Probablemente por $ 100, mientras su mujer saca bandejas del horno y su hija sirve en las mesas este buenhombre se calze el disfraz bostero y juegue con los chicos. Probablemente, incluso, lo disfrute este hombre dedicado a buscar oro en bolsas de residuos y restos de la inundación.


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