viernes, 13 de septiembre de 2013

amigos son los amigos

Nunca había conocido a una amiga por internet. Sí a algún que otro chico en un lugar siniestro llamado laplatavive.com, en la era pre-facebook, pre-tuiter, ¿se acuerdan? Qué horror, mejor ni recordar los, por suerte pocos, encuentros del tercer tipo con masculinos salidos de allí.
Pero pensándolo bien, creo que lo más parecido fueron mis amigos por carta de la niñez. Asidua compradora de Billiken, super tímida y amante de la lecto-escritura, comencé intercambios epistolares con más de uno. En general no pasaron de 4 ó 5 cartas. Recuerdo una chica de Lanús que me contaba de sus amoríos en hojas multicoloridas llenas de stickers; un chico de San Lorenzo que un día puso en el sobre algo que creí chocolate derretido y resultó ser corteza del árbol donde estuvo apoyado San Martín; un chico de Ghana al que no pude contestarle más de una vez por mis escasos conocimientos del inglés.
La cuestión es que el embarazo me encontró buceando en blogs de maternidad, de esos en primera persona. Y volviéndome fan de algunos, de unos más que de otros. Y del blog al tuiter, al facebook, al mail. A romper la virtualidad.
Una persona logró que cargue al niño de 10 meses en su sillita y haga 50 km de sopetón, sólo para verle la cara a quien tanto tiempo fue "bb" -ese bebé que vi aprender a gatear por tuiter, dejar la teta por blog, aprender a caminar por facebook- y que para cuando pasó a la tercera dimensión ya hace rato tenía nombre y apellido. 50 km para verla a ella... ¿qué decir de ella?
Podría decir mil cosas, pero creo que lo más importante es que ella suma. Al menos a mí, ella me suma. ¿Qué hace que te hagas amigo de alguien? ¿Cómo surge la amistad? Como el amor mismo, como otra forma de amor. Uno se enamora también de los amigos. Surgen esas ganas de compartir, ese sentir que te entendés tan rápido, que no hacen falta más de 2 ó 3 palabras para ubicar al otro en el tiempo-espacio de tu mente. Ella (me) recuerda cada día que la vida es bella. Ella, aun hoy con ese pañuelo que oculta por momentos esa pelada, con la medallita de no sé qué santo que le hizo colgar la madre para atravesar esta difícil etapa, ella aun hoy le sonríe a la vida cada día. Y sigue escribiendo. Y construyendo su "felices juntos" con #bebé y #algundíamarido día tras día.
Y sin querer queriendo, ella me hizo uno de los mejores regalos: recordarme el placer que se puede encontrar en la escritura. Ella es ella.
Les dejo una foto de "los changos", como diría ella, que es "del interior".


7 comentarios:

  1. Linduras!!! Ella también es una de las primeras madres que me acercó la virtualidad antes de que esté más consolidada esta red de contención que llamamos tribu... Recuerdo aún que apareció por mi blog cuando de zopetón dejé de escribir. Como bien lo imaginaba ella, ya había nacido mi dulce noviembre. Y quien se iba a imaginar que a unos 300 km de distancia, ese mismo día y a esa misma hora, también daba a luz esta Lion mum con la que tanto compartimos ahora.

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  2. Me gustaría poder agregar algo, pero no puedo. Acá estoy, tragando las lágrimas que no dejan de caer. Y te pido permiso para hacerme propias cada una de tus palabras. Porque se siente igual. Porque la luz de esos "changos" es el reflejo de la luz de ustedes dos. Las quiero tanto!

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    1. Te regalo las palabras, Carla. Y como dijo la filósofa contemporánea, si querés llorar, llorá. Loviu!

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  3. Nena, soy Vicky, adentrándome en el mundo blogger. Coincido con lo que decis, porque muchas veces escribiendo decimos cosas que en voz alta callamos, a mi me cuesta un poco compartir esas cosas. Pero se que cuando lo hago me hago bien, y cuando otra persona me lee, esta llegando mucho mas a mi por mis letras que por mi voz, porque si mostrar lo que escribo me cuesta, imagínate oralizar lo que pienso. Por eso entiendo, que leyéndonos nos entendemos. Un beso para vos, para ella y para los dos. Vicky.

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  4. mmm... a mí me cuesta más mostrar lo que escribo que oralizar lo que pienso. Por eso hace años que no escribo. Una pena, porque escribiría mejor. Me encantó tu blog, Vicky. Besos!

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